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Lisandra Ronquillo Urgellés

Martí es mucho más que un cuadro colgado en la pared.


Mi abuela fue la primera en leerme algún que otro de sus cuentos: Meñique, El camarón encantado, Bebé y el señor Don Pomposo… En casa teníamos los cuatro números de la revista y yo me dedicaba a buscar nombres e imaginarme las caras de los personajes que él había creado… ¿Y tú Raúl, cómo lo conociste?, preguntó Yusuam aquella tarde en su oficina, bajo la mirada del hombre del bigote y el traje negro en el cuadro que colgaba de la pared.

—Había escuchado hablar del Héroe Nacional, el de la Guerra Necesaria… pero en primer año de Periodismo lo descubrí realmente. «¿Qué Martí te acompaña?». Esa fue la primera pregunta que el profe Randy hizo en aquella clase de la optativa Grandes figuras del periodismo. Ahora me fascina ese «tipo» que no es capaz de mentir, el hombre que quería morir en Cuba y efectivamente lo hizo… Y a ti: ¿Cuál te acompaña?



Hay vínculos que nacen con uno, y otros que te interrumpen la vida y le cambian el curso. Algunos se evaporan ante la cotidianidad aplastante, el salario mensual y las horas de trabajo. Sin embargo, para estos tres jóvenes cubanos: Yusuam Palacios Ortega, Raúl Escalona Abella y Randy Saborit, los hilos de Martí entretejen el mundo circundante, y eso es, en parte, por el nudo sentimental que los ata al Movimiento Juvenil Martiano (MJM).

Muchos le deben al azar su pertenencia a ese peculiar núcleo de discípulos del Apóstol, pero los que se quedan en el «Movimiento», como suelen decirle en la intimidad, saben que si logró cumplir sus 30 años de existencia fue gracias a su reinvención constante.

No existiera esta que puede considerarse como una conmovedora fuerza espiritual de la juventud de la Isla, sin aquellos que le inyectan la vida todos los días, que se cuestionan la realidad. No existiera sin el Martí que habita en cada uno de ellos, el que germina en los que lo redescubren y en el que se esconde en cada habitante de esta tierra caribeña que lo vio nacer un 28 de enero de 1853.


El acto propio de vivir


Conocer al presidente del Movimiento Juvenil Martiano es descubrir un Martí que lo acompaña desde la niñez y creció junto a él. Yusuam Palacios Ortega tiene 32 años y ha asumido la tarea de llevar a tan encumbrado a la vez que cercano Héroe a donde quiera que va, bien lo revela su escritorio abarrotado de libros con su nombre y los «Versos Sencillos» que guarda celosamente para las conquistas amorosas.

«Me fascinaba el Martí político y tiene que ver mucho con lo que hago también. El Martí pensador, el filósofo, el Martí que constantemente se cuestiona el mundo y quiere transformarlo, me acompaña siempre. Pero también me apasiona el Martí cubano como buena persona, como familiar, el enamorado con sentido del humor».

El Movimiento Juvenil Martiano tiene una tradición histórica de 30 años y serían más si se contara el tiempo en que no llevaba ese nombre, porque sus orígenes están en el Seminario Juvenil de Estudios Martianos surgido en 1972. La iniciativa surgió de Armando Hart Dávalos, integrante de la Generación del Centenario, cuando era necesaria una organización que se encargara de propagar la obra del apóstol.

«Llegué al MJM sin saber que estaba. Participé en los talleres juveniles de estudios martianos, en los concursos Leer a Martí, Sabe más quién lee más. No fue hasta el pre-universitario que realmente conocí de la existencia del Movimiento. Desde entonces he dedicado mi vida a enseñar, estudiar y promover la obra de Martí, casi la mitad de los años que tengo».

Para este licenciado en Derecho es imposible divorciar al hombre de su ideario, «es una integralidad en un mismo ser, y no solo se va a asimilar su pensamiento sino que uno busca ser como él». Mas se corre el riesgo de encartonarlo o dogmatizarlo.

«A veces cometemos el error de mostrar solo al héroe y no porque sea héroe Martí es un hombre sin vida, sin sentimiento, sin pesares. Fue un hombre, con una altura ética trascendental, que más que organizar una guerra en sí, estaba organizando la revolución de la dignidad. Lo que hizo sin ser adivino, sin ser inmortal, con las propias limitaciones de su tiempo, fue ver más allá, y eso también es parte de la mística martiana que embruja. A Martí no se le enseña, sino que se buscan caminos para descubrirlo e interpretarlo, y eso es lo que pretendemos hacer en el Movimiento Juvenil Martiano».

Los espacios de diálogo, los talleres, el proyecto «Cuba en mi mochila» para llegar a las comunidades y las rutas históricas, como la de Playitas de Cajobabo a Dos Ríos, y la del joven Martí, desde la antigua cárcel hasta lo que es hoy la Fragua Martiana, son algunas de las actividades que desarrolla el movimiento para acercar a los más jóvenes.

«Lo que nunca podemos hacer es dejar de leerlo, de hablar de Martí, ni olvidar conmemorar fechas importantes. Ahí es donde está el reto mayor, el de esparcir a un Martí sin esquemas, sin dogmas, sin encartonamientos y códigos preestablecidos. No, cada cual tiene que llegar a descubrir su Martí».

Las Tecnologías de la Información y la Comunicación también abren nuevos caminos para la difusión de su obra, en colaboración con otras instituciones como el Centro de Estudios Martianos. «Martí en los móviles, en las redes sociales, en el audiovisual, todo ello constituye el entramado del MJM», refiere Yusuam. Pero siempre queda la pregunta de cómo infiltrarlo en la cotidianeidad de una sociedad tan compleja como la cubana.

«Por varias razones, somos una generación que es hija de circunstancias muy complejas, de una crisis humanística terrible en el mundo y Cuba no está exenta de ella. A eso deben sumársele las cuestiones históricas, los años del periodo especial y lo que implican, desde el punto de vista espiritual, para una nación como Cuba, los constantes ataque externos y los propios errores internos que hemos cometido. La martianidad también está en reconstruir, en hacer crecer nuevamente el espíritu. Martí forma parte de mi vida, es como el acto propio de vivir, lo que uno hace habitualmente, y que es tan necesario para vivir al mismo tiempo».


La radicalidad martiana


«Yo no puedo hablarte del MJM como algo ajeno a la situación general de Cuba, porque está muy vinculado a la Unión de Jóvenes Comunistas. En las universidades convive con la Federación Estudiantil Universitaria como mismo lo hace con la Organización de Pioneros o la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media, y en la sociedad con todas las problemáticas de un entorno social que ha cambiado extraordinariamente. Los retos que asumimos muchas veces son inmediatos, celebrar su natalicio, rendirle homenaje a su pensamiento, a sus estudiosos. De actividad en actividad nos lleva siempre a la misma pregunta: ¿qué hemos cambiado en la sensación y en la mente de las personas?».

Raúl Escalona Abella estudia Periodismo en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Su ansia cuestionadora le viene de la profesión en la que se prepara, mas muchas de las respuestas las encuentra en José Martí.

«A mí me dicen que represento el ala radical del MJM, por mi visión, que algunos catalogan incluso de incendiaria. Desde el movimiento siempre hemos tratado de buscar gente dispuesta a traspasar las barreras necesarias. Hay que activar una capacidad creativa importante y enriquecer el debate ideológico, no en detrimento de la Revolución, sino todo lo contrario, en pos de su supervivencia, porque la revolución sin cuestionamiento se convierte en un proceso que se marchita.

«Mi llegada al Movimiento fue accidental, por la optativa en primer año de Periodismo. Yo ya me interesaba por Martí desde la enseñanza preuniversitaria, siempre tuve inclinación por leer sus textos. Mas cuando uno se enfrenta al Periodismo martiano este le resulta revelador por lo profundo de este hombre situado en su contexto. Uno siempre busca la respuesta a la pregunta de qué tiene Martí que lo hace un ser humano especial, y descubre que fue un hombre como cualquier otro, pero comprendió una cosa, que el deber, ese del que habla en una carta a su madre, es estar ahí donde es más útil. Ese sentido utilitario, no utilitarista, de la virtud, es necesario en los tiempos que corren».

Para el joven periodista es imposible establecer una concepción específica del Movimiento. «Cuando se define al MJM y dices: “es esto”, entonces lo estaríamos limitando a no poder desarrollarse. Más allá de las actividades que hacemos está la conexión sentimental. Es un proyecto en construcción, y considerarlo de esa manera creo que es un principio elemental, incluso cuando se quiere vincular la martianidad con el marxismo, entender todo proyecto político como algo en construcción».

La sociedad cubana actual se transforma vertiginosamente y ello constituye uno de los principales retos para los jóvenes encargados de esparcir la obra y el pensamiento martiano. Conectar la ética pública con la ética individual ayuda a rescatar la naturaleza popular de las instituciones.

«Esa frase famosa, que venía en todos los televisores Panda: Ser cultos para ser libres, está en el de mi casa todavía. No hay otra alternativa, hay que ser cultos para ser libres, ser buenos es el único modo de que seamos dichosos, pero para lo común de la naturaleza humana, para ser bueno, hay que ser próspero. Es complejo emprender un MJM, pero en lo difícil está lo interesante, lo verdaderamente atractivo y la pregunta es cómo alimentar el alma de la gente hoy.

«La lucha más hermosa del socialismo es por defender al explotado. Lo único que explica el triunfo del socialismo es lo romántico de la Revolución, es el creerte de verdad que puedes “destimbalar” cualquier peligro. Esa es la lucha socialista, la lucha marxista, martiana».

—¿Y a ti qué Martí te acompaña?— lo interrogo.

—Yo veo a Martí no como un hombre frágil, sino como un hombre tan fuerte que, como el cedro, de tan fuerte que es, se quiebra en el propio árbol. Y creo que Martí debió haber tenido una sensibilidad extrema, tan fuerte que una mala acción podía causarle un efecto dañino. Fue un hombre de una naturaleza física débil pero de una fortaleza espiritual extraordinaria. Ese es el Martí que yo veo, ese mismo que fracasa en la Fernandina y continúa. El hombre sencillo de los versos y justo con el resto. El estoico que trata de superar sus debilidades. Es, además, el Martí poeta que vive la vida de manera romántica, que se eleva pensando, luchando y trabajando».


Maestro y periodista como él


Al «profe» el tema de tesis le llegó por casualidad del destino y ni las limitaciones tecnológicas ni la falta de internet pudieron detener la curiosidad ante el redescubrimiento que tuvo del más universal de los cubanos. Randy Saborit Mora se siente dichoso de ser maestro y periodista como Martí en su tiempo, aquel que fundó el Periódico Patria. Se reconoce martiano y enseña a su hijo a serlo, mientras en cada curso de su asignatura, en la Facultad de Comunicación, se cuestiona si pudo incentivar la diferencia entre el Martí de los que llegan el primer día de clase y el que se llevan consigo los alumnos una vez finalizado el curso.

«La idea de esta asignatura, bajo el nombre de Grandes figuras del periodismo, José Martí, puede decirse que nace en el 2005, cuando decidí hacer mi tesis de licenciatura sobre el periódico Patria. El tema me atrapó de tal manera que pensé que el tiempo no iba a ser suficiente para investigar todo lo que yo quería. Para entonces las tesis se hacía a mano, no había laptop, no había celular, ni siquiera memoria flash; lo que había eran unos disquetes para guardar la tesis. Todo estaba en agendas y blogs para pasarlos a máquina.

«Pero si yo te dijera que padecí te estaría mintiendo. Fue un proceso fascinante, porque en la medida que tuve que sortear aquellas limitaciones tecnológicas me decía: Si es que Martí no tuvo nada de esto y Martí se movía de New York a Tampa, a Jacksonville, de aquí a allá y resolvía la cosas, cuando se proponía algo lo lograba».

Para Randy la manera en que cada quién aplica a Martí es diferente y no se puede simplificar al Apóstol en tres frases, cuatro cartas o cinco ideas. «Martí es un río en constante fluidez que desemboca en un mar inmenso que son sus obras completas». A través de su asignatura muchos jóvenes llegan al MJM mediante ese vínculo sentimental y martiano que caracteriza sus miembros.

«Yo tuve una interacción con la palabra escrita de Martí que me fue calando en mi forma de ser, en mi temperamento, en mi carácter, para estar siempre atento a lo próximo que vendría. La influencia de Martí estuvo desde entonces, principalmente, en el ejercicio pedagógico.

«Impartí clases de la práctica integral de la legua española para estudiantes chinos, todavía más alejado del Periodismo y de Martí. Sin embargo, también inserté a Martí en aquellas clases, porque él también fue profesor de gramática y redacción. Cuando regresé entonces a la Facultad de Comunicación me encargué de la enseñanza del audiovisual, que tal vez uno piense que no tiene nada que ver con Martí, pero las escenas norteamericanas me hicieron encontrar en él un matiz cinematográfico, por la descripción de las escenas y los personajes».

Tiempo después «el profe» decidió ser periodista a tiempo completo y trabajó en Prensa Latina. En ese medio de prensa tuvo la oportunidad de conocer y visitar algunos de los países de América Latina en los que el Apóstol estuvo alguna vez, para entonces ya se cocinaba la inclusión de la asignatura optativa en el plan de estudios.

«Yo nunca he visto un divorcio entre el periodismo y el magisterio, soy de los que piensa que el periodismo es una clase, pero para más personas a la misma vez, para un público más grande. Martí aplicó todos los géneros: editorial, crónica, reportaje, reseña, polémica, artículos e, incluso, hizo anuncios publicitarios. El Martí periodista me fascina, sin embargo, nunca he podido separarlo del Martí humano. Sucede mucho que cada vez que termina el curso, o durante el transcurso de este, los estudiantes le hablan de Martí a los que llegan nuevos.

«Pero la persona que enseñe a Martí debe creer en él. Tienes que creer para crear y siempre buscar respuestas a todas las preguntas que aparecen: ¿Profe y es verdad que tuvo seis mujeres? ¿Qué pasó con la niña de Guatemala? ¿Y María Mantilla era su hija o no era su hija?».

Eso sí, Randy Saborit nunca se aparta del Martí que escribió desde El diablo cojuelo hasta las páginas del Patria, siempre mirándolo desde la propia óptica de su tiempo, de su contexto, porque quien cayó en Dos Ríos también tuvo que afrontar las dificultades de su tiempo, justo como ahora el MJM debe superar las suyas.

«De alguna manera el MJM, si lo miramos desde el punto de vista literal: MOVIMIENTO es cambio, es transformación; JUVENIL se asocia a lo nuevo, lo diferente, lo revelador, lo no esquemático, lo creativo; y MARTIANO integra ambos. Martí murió con 42 años y a esa edad se está empezando a vivir. El movimiento tiene que aspirar a ser parte de la cotidianeidad de la sociedad, de los jóvenes, de la familia.

«A veces es difícil y otras es muy fácil llegar al Martí que me acompaña. Es difícil cuando los escenarios que te rodean te hacen cuestionarte si la honradez y la virtud no valen de nada. En ocasiones encuentras un cartel o un busto de Martí donde hay una frase de las tantas que se citan que contrasta con tu realidad. Hay días en los que dejas de ser optimista, en los que es difícil creer que él tenía razón, pero leo a Martí y me encuentro con una frase tan sencilla como: “La muerte es un derecho y la vida es una prueba”. Para él fue complejo también ser un defensor de la virtud y no se rindió, todos tenemos entonces que superar esta prueba que es la vida».


Lisandra Ronquillo Urgellés


Publicado en Revista Contexto Latinoamericano

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