Las raperas de Mozambique se levantan contra el machismo
Muchos sectores de la sociedad mozambiqueña plantan cara a los abusos contra las mujeres utilizando diversos lenguajes. La música es uno de los más eficientes.
“La música entra en tu vida sin pedir permiso. De la misma manera que se cuela en tu casa en cualquier momento, entra en tu subconsciente, tanto si quieres como si no quieres y a veces incluso sin que lo sepas” y así es como, según la rapera mozambiqueña Iveth, la música tiene poder para transmitir mensajes de sensibilización importantes. Ella lo ha experimentado, por ejemplo en la lucha contra la violencia de género en su país. “Una de las muchas funciones del hip-hop es la concienciación, transmitir menajes sobre la realidad actual y hacer una crítica social. En Mozambique, uno de los problemas que tenemos es la violencia de género, no solo por motivos culturales, sino también por el machismo enraizado en nuestras instituciones y a un nivel muy profundo. El hip-hop nos da la posibilidad de criticar esa situación, lanzar otro mensaje y favorecer un cambio de comportamiento, en los hombres, en las propias mujeres, y también en las instituciones”, explica esta rapera que, además, es una reconocida abogada.
Para Dama do Bling, “la música permite pasar mensajes de forma sutil”. “Hablamos de sociedades en las que a menudo hay poca escolarización”, añade, “y la música está muy presente. Cuando cantas una canción 50 veces, el mensaje pasa 50 veces mientras cantas y bailas, pero no puedes hacer un discurso 50 veces”, bromea. Esta artista de éxito mozambiqueña también ha puesto su micro al servicio de la lucha contra la violencia de género. Dama do Bling además destaca que el entorno social en el que se desarrolla la música ayuda a ese cambio de actitudes. “A través de la música puedes hacer una actividad en una comunidad remota en la que no solo te estás dirigiendo a las mujeres, sino que tienes delante a las autoridades, al jefe de barrio, los líderes comunitarios... Y que pueden participar en la actividad al margen de su formación. Un hombre, una mujer, un niño, da igual, pueden recibirla de manera transversal”, explica la cantante.
Hace años que desde diferentes perspectivas la sociedad mozambiqueña le ha declarado la guerra a la violencia que sufren las mujeres en el país, desde reformas legales hasta campañas institucionales y, evidentemente, acciones de la sociedad civil que pretenden cambiar conciencias. Las actividades de músicas como Iveth o Dama do Bling se enmarcan en esta estrategia de transformar los pilares más profundos de la sociedad. No han estadísticas claras, pero un estudio del Ministerio Salud y otros organismos oficiales de 2018 señala que el 22% de las mujeres mozambiqueñas de entre 15 y 49 habían sido víctimas de violencia física o sexual en el entorno doméstico y que un 16% la habían sufrido en el último año.
Iveth y Dama do Bling bromean en un hotel de Barcelona, donde han acudido al estreno del documental Woman, dirigido por Raúl de la Fuente y promovido por Medicus Mundi, en el que precisamente se habla de las nuevas formas de combatir la violencia de género en Mozambique. Ambas cantantes son dos de las artistas que muestran su experiencia en el documental y hacen evidente su complicidad mientras explican los motivos de su compromiso. “Muchas de las actividades que yo hago con voluntad de intervención social, son en realidad una respuesta a lo que te ha transmitido la gente que te rodea”, explica Dama do Bling, “porque, en realidad, como artista, nunca sabes cuántas personas han recibido tu mensaje, pero cuando te alguien te para en la calle y te dice que tu música refleja su realidad y lo que ha vivido, te das cuenta del papel de la música”. “Creo que primero, al menos en mi caso, intentas que la música sea el vehículo de tu activismo, para hacer la sensibilización, pero después hay esa segunda vertiente, cuando te das cuenta de que tu música puede generar esa respuesta, es cuando asumes el papel de activista”, resume la cantante.
Ellas, igual que otras artistas en Mozambique han tomado cartas en el asunto y se han comprometido en el cambio de la conciencia colectiva de la sociedad. “Si eres un artista y tienes una legión de fans y son personas para las que tienes autoridad, tú puedes dirigirles, de alguna manera, puede enviarles un mensaje. Nuestro papel como artistas es usar la música para esta transformación, pero no es solo por el tipo de música que hacemos, sino por el tipo de personas que somos. Somos artistas aspiracionales. No podemos cantar una cosa y después comportarnos de manera diferente”, recuerda Dama do Bling.
Esta cantante que lleva más de una década en la música, habla con propiedad del impacto de su música. Su perfil de Twitter es el segundo más popular de Mozambique con más de 170.000 seguidores; son 430.000 los que siguen su perfil de Instagram; y en su canal de YouTube hay vídeos con más de 300 mil visualizaciones.
Ambas son artistas con una enorme credibilidad. “Las músicas son el espejo de la sociedad”, comenta Iveth, “son sensibles a las necesidades de la sociedad. Su trabajo es diagnosticar las dolencias, los excesos y las carencias, como si fuese un médico”. “Para las personas es más fácil identificarse con una persona que sufre o que pasa las mismas necesidades que tú, que vive la misma realidad. Perciben que nosotras vivimos una realidad como la suya, pero los políticos no. Tenemos las mismas dificultades, vivimos las mismas problemas y tenemos las mismas reclamaciones, la ventaja de Iveth es que ella tiene el don de música y la retórica, de expresarlo”.
Pero además estas artistas consideran que el lenguaje musical es especialmente adecuado para desencadenar el cambio. “Si tú me explicas tu historia y yo la convierto en una canción, tú mismo acabarás llorando. La artista tiene la magia de transcender la realidad y contarla de manera que nos toca el corazón. Los políticos no tienen esa magia”, comenta divertida Iveth. “Por eso los políticos intentan usar a los artistas para conseguir entrar en la casa y las cabezas de la gente y sacar votos”, advierte la rapera. “Todas las grandes revoluciones se hicieron con música”, sentencia la activista mozambiqueña, “todos los grandes momentos de la historia tienen su música, pero es que además está presente en los grandes momentos de nuestra vida. El nacimiento tiene una música; los ritos de iniciación, tienen su música; hasta la muerte”.
A pesar de ese compromiso, Iveth reclama los espacios en los que la música es pura diversión. “El hip-hop nació en las discotecas”, defiende la artista, “y después se encontró con la revolución. Porque los que bailaban y cantaban en las discotecas estaban felices allí dentro, pero cuando salían se encontraban con la violencia de la policía y después con los contextos problemáticos en sus casas”. “La vida no es solo revolución. El que vive solo de revolución está frustrado, yo vivo, soy feliz y hay momentos en los que hago la revolución”, asevera riendo Iveth.
Para Dama do Bling, “la música se interpreta como una manifestación artística, como una opinión poética, un sentimiento, de manera que la censura es menor” por lo que se pueden poner sobre la mesa debates controvertidos y argumentos incómodos. “Ministerio Salud y otros organismos oficiales de 2018 señala que el 22% de las mujeres mozambiqueñas de entre 15 y 49 habían sido víctimas de violencia física o sexual en el entorno doméstico y que un 16% la habían sufrido en el último año. Muchas veces de mujer para mujer, hace que esas mujeres no se sientan solas, que no es un problema que solo es suyo, sino que es social, y de la misma manera que viven la situación juntas, podemos buscar soluciones juntas”, cuenta Dama do Bling. “Las mujeres tienen que ser cantadas, habladas y tienen que sentir que su grito no es solo suyo, que nosotras podemos llevar su mensaje. Creo que la generación de nuestros hijos será mejor que la nuestra en la cuestión de género”, concluye esperanzada la rapera.
Carlos Bajo Erro, Barcelona.
Ciberactivista, periodista y amante de las letras africanas. Co-fundador de Wiriko. Licenciado en Periodismo (UN), postgraduado en Comunicación de los conflictos y de la paz (UAB) y Máster Euroafricano de Ciencias Sociales del Desarrollo: Culturas y Desarrollo en África (URV).
Artículo publicado en Planeta Futuro, Diario El País-