Entrevista a la antropóloga Elena García:”Por supuesto que es posible la antropología decolonial”
Artículo publicado originalmente en "Afroféminas”, agradecemos su autorización para compartirlo.
Elena García es madrileña. Estudió Filosofía, Antropología, Cooperación, se especializó en temás de género y ha trabajado con población con experiencia migratoria en España y de cooperante en lugares como Colombia, Senegal o Guinea Ecuatorial.
En un momento en el que, desde el activismo anti racista, se cuestiona con contundencia la antropología y la cooperación al desarrollo, necesitaba sus respuestas, las de una mujer afrodescendiente que ha vivido en tres continentes. Y aquí están:
Estudiaste antropología y filosofía, ¿por qué?¿Qué querías ser de mayor?
De mayor quería y quiero ser feliz.
Estudié Filosofía porque tenía muchas preguntas pero me encontré con muchas más preguntas y pocas respuestas. Filosofía es una carrera dura, de mucho estudio y cuestionamiento personal, así que cuando la acabé y empecé Antropología casi supuso un alivio. La Antropología me ha interesado siempre como estudio de lo que somos en tanto que seres humanos y creo que ambas se complementan bastante bien.
La antropología es una ciencia social muy discutida desde la perspectiva decolonial, ¿qué opinas de estas críticas? ¿Es un problema de la antropología o del antropólogo?
Cierto, la Antropología surge en un momento histórico determinado y, sobre todo en sus comienzos, ha sido utilizada con fines expansivos, colonialistas y opresores. Sin embargo, creo que esto ha pasado con otras muchas ciencias, por lo que a veces me parecen injustas las críticas que se le hacen. La Antropología, como otras ciencias, ha ido también evolucionando e incorporando otras voces y perspectivas, por lo que no creo que debamos quedarnos con esa imagen decimonóica y algo obsoleta.
¿Es posible la existencia de una antropología decolonial?
Por supuesto que es posible. La Antropología no es una ciencia colonial por defecto, aunque haya sido instrumentalizada en determinados contextos o con determinados objetivos.
La Antropología es el estudio del ser humano, en sus más amplias variantes. Yo pondría el ejemplo de Cheik Anta Diop, quien realiza un cuestionamiento bastante interesante y certero acerca de las aportaciones de la cultura negro-africana que han sido a menudo ignoradas o minusvaloradas por Occidente.
¿Cuáles serían tus propuestas para una antropología diferente?
No ser reduccionista, tener en cuenta otras perspectivas de estudio, integrar otras voces y ser estrictamente respetuosos con el objeto de estudio que, al fin y al cabo, siempre son personas o comunidades. Ser consciente de que estudiamos seres humanos, poblaciones humanas, con toda la complejidad que ello supone y que lo hacemos desde posiciones también humanas, no desde una perspectiva divina y omnisapiente.
Pero tú, en realidad, has trabajado durante mucho tiempo como cooperante, otro sector controvertido, ¿por qué crees que es así?
La cooperación al desarrollo es controvertida porque a todos los efectos funciona como un elemento más de imposición de modos y pensamientos de vida occidentales a otras partes del planeta. No se busca mejorar las condiciones de vida de las poblaciones beneficiarias sino introducirlas dentro del sistema y esto es un error y un peligro.
Uno de los casos más claros con respecto a esto son los proyectos de género y empoderamiento femenino, tan en boga últimamente. Se parte desde premisas propias del feminismo occidental y blanco, sin realizar un cuestionamiento previo sobre el mismo, y por tanto se consideran como avances y logros lo que no tienen por qué serlo.
¿El trabajo, en este área, con las contrapartes podría ser la solución? ¿Y la cooperación Sur-Sur?
Sí y no. El trabajo con las contrapartes es complicado, a veces son organizaciones concienciadas que buscan la mejora de las condiciones de vida de las poblaciones para las que trabajan pero otras veces, la gran mayoría, son un engranaje más de la maquinaría. Han aprendido a tratar con los occidentales, a decirles lo que quieren oír, a enseñarles lo que quieren ver e incluso, por perverso que suene, a actuar de intermediarias entre ellas y las comunidades de forma siempre beneficiosa para ellas, se han convertido en una especie de élites intermediarias, que miran más por sus propios intereses que por las demandas reales de las poblaciones beneficiarias.
La cooperación Sur-Sur es fundamental, pero siempre que sirva verdaderamente a los intereses de los países implicados y se haga de forma seria y rigurosa, porque en ocasiones es también utilizada como método de expansión de intereses nacionales de grandes países emergentes y entonces estamos ante el mismo problema.
¿Cuál ha sido el proyecto en el que más te ha gustado trabajar? ¿Por qué?
Siempre que he sentido que mi trabajo contribuía a la mejora de las condiciones de vida de alguien, me he sentido gratificada. Me motiva especialmente el trato con la gente.
Has vivido en cinco países por trabajo, ¿cómo ha transformado eso tu forma de ver el mundo?
La verdad es que son muchos, sí. Tanto viajar como vivir en otros países me ha ayudado a formarme, a tener una mentalidad más abierta, a ser curiosa y comprensiva, creo que ha sido una gran suerte. Obviamente cada país es diverso y tiene su propia idiosincracia pero creo a todos nos unen cosas básicas. Las grandes emociones y las cosas importantes en la vida son siempre las mismas, no importa dónde nos encontremos.
Desde fuera, es fácil quedarse únicamente con la parte romántica de residir en varios sitios pero ¿qué hay de lo que no vemos (adaptación, soledad, desarraigo …)?
Hay mucho de eso, sí. Los primeros momentos son siempre duros y difíciles, no conoces bien el país, las costumbres, la forma de relacionarse… cometes errores que no cometerías en tu propio país.
Afortunadamente, creo que mi capacidad de adaptación es bastante buena, de algo de lo que me siento especialmente orgullosa es de conservar amigxs en cada uno de los países en los que he vivido. Sin embargo, la soledad y el desarraigo son constantes, se echan de menos muchas cosas y se siente una perdida y desubicada en muchos momentos; al fin y al cabo, es cambiar tu modo de vida y eso siempre es complicado.
Tù eres Afroespañola y has vivido en dos países africanos y uno americano pero con mucha población descendiente de africanos, ¿crees que eso ha facilitado tu recepción ?
No sabría decirte, en parte creo que sí ha sido así, sobre todo en América Latina donde sí hay un cierto reconocimiento y hermanamiento entre las personas y comunidades afrodescendientes.
En África es distinto, una de las cosas que más me sorprendió de África es que la gente me llamase “blanca”, al principio fue un aunténtico shock para mí.
Imagino que al llegar a África habrás dejado de ser afro para ser “toubab”… ¿Es duro recomponer una identidad por el contexto?
Exacto. Es muy duro porque una va con la idea sobre todo de sentirse reconocida y ese proceso no siempre se produce. Al contrario, a menudo acabas siendo “responsable” de todo un devenir histórico que te supera y del que, de alguna forma, tú eres también el resultado.
Al final los mestizos somos ajenos en todas partes y es algo con lo que aprendemos a convivir.
Hablando de tu afroespañolidad, ¿de qué forma has encajado tú tu identidad múltiple en un país como España? ¿Y cómo la ha encajado España? ¿Podría ser objeto de un análisis antropológico?
Como todxs lxs afrodescendientes de mi generación, he pasado por sucesivos procesos identitarios distintos y a menudo complicados.
No es fácil ser distinto en un país como España y no es fácil no sentirte reconocido dentro de tu propio país.
Respecto a España te diré que ella misma ha pasado también por momentos diferentes con respecto a su población afrodescendiente. Al principio, cuando era pequeña, era un hecho aislado y curioso y la gente llegaba incluso a felicitarte por hablar “tan bien español”. En torno al año 2000, la afrodescendencia se asoció irremediablemente a la inmigración y se revistió de una serie de características negativas que afectan de forma especial a las mujeres. Hoy en día quiero creer que nos encontramos en otra fase distinta, hay un mayor empoderamiento, visibilidad y reconocimiento de la población afrodescendiente, aunque sigue habiendo mucha ignorancia.
Sin duda, debería ser objeto de análisis antropológico, es un tema sumamente interesante
La diversidad , muchas veces, se percibe como un problema, algo curioso, teniendo en cuenta que todas las personas somos diversas. ¿De qué manera crees que el hecho de que tú seas leída como diversa puede ser un plus en tu profesión?
Creo que debería serlo pero, sinceramente, no creo que se valore lo suficiente. En mi profesión, como en todas, sigues teniendo que dar demasiadas explicaciones respecto a tus orígenes y procedencia y la mayoría de las organizaciones no valoran tu diversidad como un plus.
¿En qué proyectos estás metida ahora mismo? ¿Cuáles tienes para el futuro?
Ahora mismo estoy volviendo a casa, estoy centrada en los procesos de empoderamiento de la comunidad afrodescendiente que se están dando sobre todo en Madrid. Ha sido grato volver y encontrarme un montón de movimientos activos con los que comparto una experiencia común y un deseo de cambio, es muy interesante lo que está pasando, muy enriquecedor.
Me gustaría centrarme más en la integración de la población migrante en España, de momento preferiría no volver a salir a trabajar fuera por un tiempo, porque amo Madrid y la he echado mucho de menos, pero nunca se sabe. La vida siempre nos sorprende.
Lucía Mbomío
Periodista, actualmente en “Aquí la Tierra” en TVE Twitter @luciambomio Instagram: luciambomio